Discusión del caso clínico. | Presentación | Evolución |
Como objetivos de esta discusión me planteo:
Realizar el abordaje de la fiebre de origen desconocido.
Describir causas de fiebre y eosinofilia.
Analizar los probables diagnósticos diferenciales para el paciente.
Consideraciones finales.
La fiebre de origen desconocido (FOD) ha sido y continúa siendo motivo de numerosas discusiones en
seminarios y pases de sala, debido a que la misma constituye una entidad clínica que genera gran
incertidumbre y ansiedad no sólo en el equipo médico sino también en los pacientes y sus familias.
La FOD fue denominada en 1961 por Petersdorf y Beeson como la “fiebre mayor de 38,3ºc determinada en
varias ocasiones, de 3 semanas de duración sin diagnóstico después de una semana de estudio hospitalario”.
El tiempo de 3 semanas inicialmente fue elegido para descartar las enfermedades virales autolimitadas.
Posteriormente se consideraron los diferentes escenarios clínicos en los que se puede presentar la FOD, por
lo que se dividió a la misma en cuatro categorías:
1) FOD clásica (no inmunodeprimidos): es decir fiebre de 3 semanas o más de duración, luego de un estudio
adecuado durante 3 días en el hospital o de estudio ambulatorio (3 consultas externas).
2) FOD asociada a VIH: grupo de pacientes con esta afección que presenta fiebre detectada en varias
ocasiones durante 4 semanas previo a la hospitalización y que se desconoce su causa luego de 3 días de
estudios.
3) FOD en pacientes con neutropenia: paciente con <500 neutrófilos/mm3 (o en riesgo de disminución por
debajo de este nivel) que presenta fiebre en varias ocasiones sin diagnóstico luego de 3 días de estudio.
4) FOD nosocomial: paciente hospitalizado que presenta fiebre en varias ocasiones, que no estaba al
momento del ingreso, y que sigue sin diagnóstico luego de 3 días de estudio adecuado.
En el abordaje de la FOD, es fundamental tener en cuenta los “datos guía” o “pistas” que pueden surgir del
interrogatorio al paciente, el examen físico o bien de los estudios complementarios básicos que se realicen al
inicio del estudio. Estos “datos guía” permitirán orientar los sucesivos estudios que se soliciten durante el
análisis etiológico del cuadro de fiebre de origen desconocido. En nuestro paciente, los “datos guía” más
importantes son: el antecedente de consumo de chacinado casero previo al inicio de los síntomas; cefalea al
comienzo del cuadro clínico; episodio de diarrea no disenteriforme autolimitada; velocidad de
eritrosedimentación elevada; ausencia de adenopatías y síntomas respiratorios; y finalmente la presencia de
eosinofilia moderada (entre 1500 y 5000 células/mm3), el cual considero que constituye uno de los datos
guía de mayor relevancia.
Las causas de eosinofilia son múltiples y variadas. Dentro de las mismas se describen causas infecciosas
mayormente parasitarias, causas farmacológicas, neoplásicas, endócrino-metabólicas, inmunológicas y
enfermedades alérgicas. Sin embargo, no todas estas entidades cursan con fiebre. Las principales causas de
eosinofilia y fiebre son las siguientes:
1. INFECCIOSAS: PARASITARIAS (Triquinosis, Toxocariasis, Esquistosomiasis, Fasciolasis, Cisticercosis);
MICÓTICAS (Histoplasmosis, Coccidioidomicosis); OTRAS (Fiebre Q, Enfermedad por arañazo de gato).
Cabe destacar en este punto, que las infecciones bacterianas y virales en general no cursan con
eosinofilia, incluso pueden cursar con eosinopenia.
2. FARMACOLÓGICAS
3. TRASTORNOS ONCOHEMATOLÓGICOS Y NEOPLASIAS SÓLIDAS: Leucemias, Linfomas, Síndrome
Hipereosinofílico; Adenocarcinomas.
4. INMUNOLÓGICAS: Sarcoidosis, Enfermedad Inflamatoria Intestinal, Poliangeítis granulomatosa con
eosinofilia.
5. MISCELÁNEAS: Insuficiencia adrenal, Ateroembolismo.
Dentro de las causas infecciosas, las parasitarias son las que más frecuentemente generan eosinofilia. Dentro
de ellas, la Triquinosis fue uno de los primeros diagnósticos pensados en nuestro paciente a su ingreso,
fundamentalmente debido al antecedente de consumo de chacinado casero. La triquinosis está producida
por un nematodo del género Trichinella. Constituye una zoonosis endémica, que se presenta en brotes
epidémicos, en zonas rurales y periurbanas, asociadas a la cría de porcinos. Su trasmisión se produce al
ingerir carne de cerdo mal cocida o bajo la forma de embutidos caseros que contengan larvas viables de
Trichinella enquistadas en sus tejidos. La enfermedad presenta dos fases clínicas: una fase intestinal (o
enteral) y una fase muscular. La fase intestinal comienza con la llegada de las larvas al intestino y se
caracteriza por malestar, cefalea, escalofríos, trastornos gastrointestinales, y fiebre que persiste 1 a 3
semanas. Puede haber edema facial o de párpados debido a aumento en la permeabilidad de capilares,
secundaria a la liberación de histamina y prostaglandinas. Posteriormente, las larvas penetran en la mucosa
intestinal y de allí migran a los vasos sanguíneos, mediante los cuales se propagan por todo el cuerpo hasta
llegar a su destino final, los músculos, por lo que en la fase muscular predominan las mialgias. Además puede
presentarse exantema, sangrados subungueales, subconjuntivales y petequias, como consecuencia de
vasculitis y formación de micro trombos.
La severidad de la enfermedad es fuertemente dependiente del número de larvas infectantes ingeridas.
A nivel del laboratorio se detecta leucocitosis con eosinofilia previo al inicio de los síntomas, y
posteriormente niveles elevados de enzimas musculares (presentes en 75 a 90% de los casos entre las 2da y
5ta semana de infección). Su diagnóstico se realiza a través de serología o bien biopsia muscular (mucho
menos frecuente).
En el caso de nuestro paciente, la serología fue negativa. Sin embargo, cabe destacar que en la etapa aguda
de la infección existe un aumento temprano de IgE, que de hecho es responsable de las manifestaciones
atópicas. Luego de 12 a 60 días se produce la seroconversón a IgG. Es por ello que para el diagnóstico de
triquinosis hacen falta muestras de suero en forma pareada.
A favor de esta enfermedad, el paciente presenta la eosinofilia, el antecedente de consumo reciente de
chacinado casero y los síntomas como fiebre, diarrea autolimitada y mialgias. En contra del diagnóstico de
Triquinosis presenta una velocidad de eritrosedimentación elevada (ya que esta enfermedad en general
cursa con VES cercana a cero), primer muestra de serología negativa y enzimas musculares normales.
Otras parasitosis que pueden cursar con fiebre y eosinofilia son la toxocariasis y la cisticercosis. La
toxocariasis está producida por Toxocara canis o T. cati y se trasmite por el consumo accidental de los
huevos presentes en las defecaciones de perros y gatos, los cuales maduran a larvas en el intestino delgado y
penetran en el torrente sanguíneo. En los tejidos producen una reacción granulomatosa característica. Los órganos más afectados son: pulmones, corazón, músculo estriado, cerebro y ojos. Causa dos cuadros típicos:
la larva migrans visceral, y la toxocariasis ocular, o larva migrans ocular. Clínicamente presenta dolor
abdominal, náuseas, vómitos, hepatomegalia, alteraciones de la conducta y el sueño, tos, cefalea, dolor en
las extremidades, fiebre y eosinofilia.
La cisticercosis, por su parte, es una infección producida por Tenia solium, que se trasmite con el consumo
de carne de cerdo mal cocida. Los cisticercos o quistes larvarios se pueden desarrollar en los músculos, ojos,
cerebro y columna vertebral. En los músculos generalmente causan solo protuberancias debajo de la piel. A
nivel de SNC causan la infección más grave, neurocisticercosis, que puede causar convulsiones y cefalea.
Si bien estas entidades son poco probables en nuestro paciente, no dejan de ser posibles, por lo cual se
solicitaron serologías para las mismas, que se encuentran pendientes a la fecha (en el caso de la cisticercosis,
no se ha podido llevar a cabo el análisis, debido a imposibilidad para su procesamiento en nuestra
institución).
Otras causas, menos frecuentes, de fiebre y eosinofilia son la Esquistosomiasis y Fasciola hepática, ambas
parasitosis trasmitidas a través de agua contaminada o consumo de plantas acuáticas. La fasciola hepática es
un platelminto trematodo cuya infección presenta un primer periodo de inflamación del peritoneo,
engrosamiento e infiltrado leucocitario (eosinófilos) de la cápsula de Glisson, fiebre elevada irregular,
hepatomegalia dolorosa, urticaria, leucocitosis con eosinofilia; y un segundo periodo en el cual los parásitos permanecen en los conductos biliares, generando sintomatología digestiva inespecífica, con cólicos biliares,
ictericia, hepatomegalia y fiebre.
La esquistosomiasis está producida por Schistosoma mansoni. La infección en su etapa aguda es
mayormente asintomática, excepto cuando se expresa como “fiebre de Katayama” con dolor abdominal, tos,
diarrea, eosinofilia, fiebre, fatiga y hepatoesplenomegalia. La infección crónica presenta granulomas y
fibrosis.
Estas dos entidades clínicas son fácilmente descartables en nuestro paciente, ya que no presenta
sintomatología abdominal ni antecedente de consumo o baño en agua contaminada, lo cual descarta la
fasciola hepatica. La esquistosomiasis también se descarta ya que no existen casos en Argentina.
Existen también causas infecciosas bacterianas de eosinofilia, como son la enfermedad por arañazo de gato,
producida por la bartonella henselae, y la fiebre Q, producida por coxiella burnetii. En la enfermedad por
arañazo de gato se produce una lesión dérmica u ocular primaria asociada al arañazo, con linfadenopatía
regional y fiebre de semanas a meses de evolución. En el caso de nuestro paciente, descarto esta patología
ya que no presenta antecedente de contacto con gatos.
La fiebre Q, por su parte, se transmite por vacas, ovejas, cabras (inhalación de aerosoles o ingesta de leche) y
presenta dos formas clínicas, aguda y crónica. La enfermedad aguda puede cursar con fiebre, cefalea,
astenia, sudoración, dolor torácico, mialgias, náuseas, vómitos y diarrea. Puede existir hepatitis o neumonía,
según la vía de adquisición de la infección. Sin embargo, descarto esta entidad por no registrarse casos en
Argentina.
Otras causas infecciosas que pueden presentar fiebre y eosinofilia son las micosis profundas como
Histoplasmosis y Coccidioidomicosis. Sin embargo, son entidades mayormente asociadas a
inmunodepresión, que se presentan con afección pulmonar y síndrome constitucional en gran parte de los
casos, por lo cual son diagnósticos poco probables en nuestro paciente en este momento.
Respecto a las causas neoplásicas, tanto sólidas como hematológicas, que pueden cursar con fiebre y
eosinofilia, se describen:
La LEUCEMIA EOSINOFÍLICA CRÓNICA (LEC), es una neoplasia mieloproliferativa en la que, como resultado de
la proliferación clónica incontrolada de los precursores de los eosinófilos, se produce eosinofilia en médula ósea, en sangre periférica y en otros tejidos. Los signos y síntomas están relacionados con la excesiva
liberación de citoquinas por los eosinófilos circulantes: astenia, fiebre, sudoración, anorexia, pérdida de
peso, afectación cardiovascular, respiratoria, gastrointestinal, piel, sistema nervioso central. Para su
diagnóstico se requiere la demostración de anomalías clonales en células mieloides o incremento de blastos >2 % en sangre periférica o >5 % en médula ósea.
En cuanto a los linfomas, el 15% de los pacientes con Linfoma de Hodgkin y 5% de los pacientes con Linfoma
no Hodgkin se asocian a eosinofilia moderada. Es más común en la esclerosis nodular y esto se relaciona con
la expresión de Interleucina 5 por células de Reed-Sternberg. La IL-5 presenta un papel esencial en la
eosinofilia en sangre periférica dado su efecto estimulador de eosinofilopoyesis y su capacidad para inhibir la
muerte programada de los eosinófilos.
También hay eosinofilia en el linfoma linfoblástico, linfoma/ leucemia de células T en el adulto, linfomas de
células B y linfoma cutáneo de células T.
También se describen casos de eosinofilia asociada a tumores sólidos, y entre ellos se encuentran los
tumores cervicales no queratinizantes, carcinoma pulmonar de células grandes e indiferenciadas, carcinoma
escamoso de pulmón, vagina, pene, piel y nasofaringe, adenocarcinoma de estómago, intestino grueso,
cuerpo uterino y carcinoma transicional de vejiga.
En el caso de nuestro paciente, no se han detectado hasta el momento hallazgos compatibles con neoplasias
oncohematológicas; no se encontraron blastos en frotis de sangre periférica, no presenta adenopatías ni
esplenomegalia. Por otra parte, en los estudios de imágenes realizados hasta la fecha tampoco se
observaron lesiones compatibles con neoplasias sólidas. Sin embargo, para poder estudiar con mayor profundidad la presencia de tumores, se requieren estudios de imágenes de mayor complejidad, utilizando
sustancias de contraste; y respecto a las alteraciones hematológicas, para avanzar en su estudio haría falta
realizar, al menos, una punción aspiración de medula ósea. Es por ello que considero importante la
realización de dichos estudios en un futuro, teniendo en cuenta que las causas neoplásicas se encuentran
dentro de los principales diagnósticos diferenciales a tener en cuenta en nuestro paciente.
Una causa rara, pero probable, de eosinofilia persistente y fiebre lo constituye el SÍNDROME
HIPEREOSINOFÍLICO (SHE), caracterizado por una sobreproducción de eosinófilos, con el secundario daño de
múltiples órganos provocado por la infiltración eosinofílica. En la mayoría de los casos, el inicio de los
síntomas es insidioso y la eosinofilia se detecta incidentalmente. Sin embargo, las manifestaciones iniciales
pueden ser graves. Los síntomas más comunes son: fatiga, tos, disnea, mialgias, angioedema, rash y fiebre.
Los órganos más afectados son corazón, piel, sistema nervioso central, pulmones y bazo, siendo menos
frecuente el compromiso de hígado, ojos, senos faciales y sistema gastrointestinal. El SHE debe sospecharse
en pacientes con hipereosinofilia persistente en ausencia de causas evidentes. El diagnóstico requiere que se
cumplan los 3 criterios siguientes: • Eosinofilia ≥ 1.500/mm3 en al menos 2 ocasiones. • Ausencia de causas
evidentes de eosinofilia. • Signos o síntomas de disfunción de órgano blanco.
Actualmente, este diagnóstico lo considero muy alejado en nuestro paciente.
Respecto a los fármacos que pueden causar eosinofilia, los mismos son múltiples y variados, entre ellos
antimicrobianos, antiinflamatorios, drogas antihipertensivas, utilizadas en enfermedades neurológicas,
neoplásicas, etc. Existe, además, un síndrome denominado DRESS, que hace referencia a una reacción a
drogas con eosinofilia y síntomas sistémicos que suele desarrollarse 3 a 6 semanas después del tratamiento
inicial con el fármaco causante. Los criterios diafnósticos de este síndrome son: 1) rash cutáneo (exantema
difuso máculo-papular, púrpura, ampollas, edema facial) con sospecha de asociación con fármacos.
2) Alteraciones hematológicas (eosinofilia o linfocitos atípicos).
3) Compromiso sistémico: adenopatías > a 2cm, hepatitis con elevación de transaminasas (> 2 veces),
neumonitis intersticial, nefritis intersticial, carditis y tiroiditis.
4) Fiebre.
Los fármacos que consume habitualmente el paciente son: ASPIRINA, ATENOLOL, ESTATINAS Y
PARACETAMOL. Si bien algunas de estas drogas pueden estar asociadas a reacciones sistémicas de tipo
alérgicas, considero muy alejada esta posibilidad en nuestro paciente ya que, no sólo no cumple con los
criterios diagnósticos de DRESS, sino que además consume estas drogas desde hace mucho más tiempo que
el inicio de los síntomas actuales (aproximadamente dos años).
Dentro de las causas inflamatorias que presentan eosinofilia y fiebre entre sus características, se encuentran:
la enfermedad inflamatoria intestinal; la sarcoidosis y la poliangeitis granulomatosa con eosinofilia.
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) resulta un diagnóstico poco probable en nuestro paciente,
teniendo en cuenta la escasa signo-sintomatología gastrointestinal que presenta el mismo, asociado a la
ausencia de hallazgos patológicos compatibles con EII a nivel de la pared intestinal, de acuerdo a lo
observado en el estudio por hiperinsuflación colónica.
La SARCOIDOSIS es una enfermedad granulomatosa crónica multisistémica, de etiología desconocida que se
caracteriza por formación de granulomas no caseosos en los tejidos. Presenta mayormente manifestaciones
pulmonares como disnea, tos, dolor torácico, broncospasmo y alteraciones en la radiografía de tórax como
ensanchamiento mediastínico secundario a adenopatías hiliares. Puede presentar también afectación
extrapulmonar a nivel de piel, ojos, sistema retículo-endotelial (adenopatías, esplenomegalia), glándulas,
sistema músculoesquelético, corazón, riñón y sistema nervioso central. El diagnóstico de certeza se realiza a
través del estudio histológico de los tejidos afectados (ganglios linfáticos, piel, lesión pulmonar, etc.).
La POLIANGEÍTIS GRANULOMATOSA CON EOSINOFILIA (ex síndrome de Churg-Strauss) es una vasculitis de
pequeños vasos que se caracteriza por el antecedente de asma, rinosinusitis, eosinofilia periférica,
infiltrados pulmonares difusos, migratrices y afección multisistémica (piel, corazón, riñones, tracto
gastrointestinal y nervios con mono o polineuropatía). Se asocia a la presencia de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) y generalmente se presenta en tres fases: la asmática o prodrómica, la eosinofílica y la
vasculítica, lo que en muchos casos retrasa y dificulta el diagnóstico de esta enfermedad.
Tanto la sarcoidosis como la poliangeitis granulomatosa con eosinoflia son diagnósticos poco probables en
nuestro paciente actualmente. Sin embargo, teniendo en cuenta la velocidad de eritrosedimentación
elevada y la fiebre prolongada que presenta, las enfermedades inflamatorias como éstas son diagnósticos
que se deben tener en cuenta en un futuro, en caso que aparezcan signos o síntomas que orienten hacia los
mismos.
Para ir concluyendo, quisiera hacer referencia a la tomografía por emisión de positrones (PET-TC) y su
importancia en el estudio de la fiebre de origen desconocido. El PET-TC marcado con 18FDG (18-
fluorodesoxiglucosa) consiste en la administración de esta sustancia, la cual es captada por células mediante
receptores GLUT. En patologías neoplásicas y/o inflamatorias, las células suelen presentar aumento de su
metabolismo, lo que es potenciado por el aumento en los niveles de citoquinas y factores de crecimiento,
que resultan en una sobreexpresión de transportadores de glucosa (principalmente GLUT-1 y GLUT-3) y de
enzimas glucolíticas, captando el FDG con mayor avidez que otros tejidos. Una vez en el espacio intracelular
es fosforilado, quedando “atrapado” en células metabólicamente activas. Durante su decaimiento
radioactivo el FDG libera fotones gamma, los cuales al medirse permiten construir un mapa de color en base
a la concentración de FDG en cada ubicación dentro del cuerpo. Una vez obtenido, éste se sobrepone con las
imágenes adquiridas a través de tomografía computada, permitiendo correlacionar los niveles de captación
con la ubicación anatómica y los cambios morfológicos hallados.
La relevancia de este estudio en la fiebre de origen desconocido ha sido ampliamente difundida, sobre todo
en aquellos casos que presentan escasos “datos guía” o hallazgos de jerarquía a nivel del examen físico o
estudios complementarios realizados, como es el caso de nuestro paciente. Ejemplos de esto se describe en
los estudios “Fever of Unknown Origin: the Value of FDG-PET/CT” y “Fiebre de origen desconocido” del
Hospital Italiano de Buenos Aires, en los cuales se describen casos de pacientes entre 50 y 60 años, que se
presentaron con fiebre de origen desconocido, VES elevada, y sin otros “datos guía” de relevancia, en los
cuales se arribó al diagnóstico de Arteritis de Takayasu a través de las imágenes hipercaptantes a nivel de
aorta en el PET-TC.
Finalmente, considero importante hacer referencia a “la otra cara” de la fiebre de origen desconocido, y es
la ansiedad, angustia y hasta frustración que puede generar no solo en los pacientes y sus familias, sino
también en el equipo médico tratante, debido al tiempo y en muchos casos a la gran cantidad de estudios
(algunos de ellos invasivos) a los que se somete al paciente en busca de un diagnóstico. Es por ello que
considero importante ante esta circunstancia, explicarle al paciente lo que está sucediendo, los estudios que
se van a realizar, y el “plan” a seguir; rehacer una historia clínica completa en forma periódica, valorizando
nuevamente el interrogatorio y el examen físico exhaustivos; realizar nuevos estudios dirigidos a los “datos
guía” que vayan surgiendo; y finalmente, esperar en calma la evolución del paciente cuando el mismo se
encuentra estable.
Para concluir, nos encontramos frente al caso de un paciente varón de 55 años, que presenta un cuadro de
fiebre de origen desconocido asociado a eosinofilia, y que a su vez presenta otros datos de relevancia como
la velocidad de eritrosedimentación elevada, transaminasas levemente elevadas, buen estado general
actual, asintomático, y sin diagnóstico hasta el momento con los estudios realizados. En este contexto, y
habiendo repasado muchas de las etiologías posibles en nuestro paciente, considero que las principales
causas a tener en cuenta son las infecciosas, neoplásicas e inflamatorias. Es por ello que, con el fin de
avanzar en el estudio de las mismas, considero importante la realización de nuevos estudios de imágenes.
Teniendo en cuenta que el paciente presenta el antecedente de alergia al iodo, se podría realizar en
principio una resonancia magnética con gadolinio en busca de probables focos infecciosos (abscesos,
colecciones, etc.), adenopatías, visceromegalias, etc., y posteriormente, en el caso de no presentar ningún
hallazgo de jerarquía, realizar un PET-TC, debido a las ventajas antes descriptas. A su vez, si el paciente
presentara eosinofilia moderada o grave en forma persistente, considero que debería realizarse una punción aspiración de médula ósea con el fin de investigar posibles causas oncohematológicas. Finalmente, teniendo
en cuenta el buen estado general del paciente, planteo como posibilidad otorgar el alta hospitalaria,
continuando con los estudios, el seguimiento y el control del mismo en forma ambulatoria.
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